jueves, 2 de febrero de 2012

MI MODELO DE ENSEÑANZA COMO EDUCADORA SOCIAL

Después de pensar una y  otra vez  cómo demostrar los conocimientos que he podido adquirir acerca de los famosos modelos de enseñanza-aprendizaje, sin que parezca una mera repetición de los apuntes tomados en clase y un resumen de la “terrorífica lectura” que conformaba el bloque 1 de  la asignatura, ya que estoy segura de que todos nos sabemos de memoria los citados modelos, gracias a las numerosas clases  que Almudena ha dedicado a ellos y a la selección de películas que nos ha facilitado, mediante las cuales hemos podido detectar las características de los diferentes modelos empleados en los procesos de enseñanza-aprendizaje desarrollados en dichas películas, actividad, que por cierto, considero muy creativa y la mejor forma de aprender las características de cada uno de ellos; he decidido transferir los conocimientos adquiridos acerca de cada uno de los modelos de enseñanza-aprendizaje a la acción  socioeducativa, que espero desempeñar en un futuro muy próximo, de esta forma voy a diseñar mi modelo de enseñanza-aprendizaje como  educadora social.
En primer lugar debo tener en cuenta que no soy una profesora, sino una educadora social, por lo tanto no voy a enseñar a mis educandos a hacer operaciones matemáticas o hacer un comentario literario, sino voy a ayudarles a solucionar sus problemas, por lo que  los procesos de enseñanza-aprendizaje que realizaré serán, más que meramente conceptuales, de valores, de actitudes y de habilidades, siendo pues, una tarea más compleja.
Como educadora social, haciendo uso de la poderosa herramienta de trabajo que conforma la educación, trabajaré con individuos problemáticos, con marginados e inadaptados, con menores y mujeres maltratadas, tendré que mediar entre individuos de diferentes culturas, entre miembros de una familia o entre iguales en la escuela, así como prevenir situaciones de maltrato, alcoholismo o enfermedades de transmisión sexual mediante la concienciación.
Por lo tanto, a la hora de diseñar mi modelo de enseñanza-aprendizaje debo tener en cuenta al grupo de destinatarios, constituido por la diversidad de educandos citados anteriormente, así como los objetivos que deseo lograr, siendo estos dos, los elementos claves en la determinación de  las características del modelo.
De este modo, no puedo utilizar un único modelo para tratar a todo educando, sino que emplearé uno u otro o bien combinaré los modelos existentes para diseñar un modelo que se adapte a las características y capacidades de mis educandos, con el fin de que puedan conseguir de la mejor forma posible los objetivos establecidos.
Así, si mis educandos padecen autismo, el modelo que me permite transmitirles el contenido fijado en base a sus necesidades, al poseer dificultades para comunicarse, es el modelo academicista, aquel en el que el formador es un profesional en la materia y transmite mediante una comunicación unidireccional los contenidos a los educandos, siendo éste el modelo predominante durante muchos años en los centros educativos y escogido todavía por muchos profesores para impartir su materia, siendo  precisamente, el modelo por excelencia,  del colegio y del instituto en  los que  me  he formado académicamnete hasta ahora.
Sin embargo, a pesar de que mi modelo como educadora social, posea características de los diferentes modelos en función de mis educandos, está claro que estará dotado de una gran carga del modelo humanista, caracterizado por una metodología basada en  la comunicación entre el educador y el educando, así como por el uso de recursos de carácter afectivo.
El modelo humanista es el idóneo para tratar por ejemplo a educandos hiperactivos, los cuales debido a la dificultad que les supone mantener la atención durante un determinado espacio de tiempo, precisan del acercamiento del educador, como podemos ver en el documental Ser y Tener en el que el profesor y a la vez educador, enseña a contar al pequeño Yoyo que sufre hiperactividad, sentado junto a él  y modulando su tono de voz, para atraer su atención.
Si nos referimos a la homogeneidad de los grupos de destinatarios, podemos decir, que al centrarse, el educador en un grupo de incidencia, los integrantes de éste comparten ciertas  expectativas, por ejemplo, el grupo de incidencia que he seleccionado para la planificación de mi proyecto, compuesto por mujeres maltratadas física y psicológicamente, comparten las expectativas de mejorar su autoestima y reducir la dependencia que tienen del hombre, pero en cambio, características como su edad, alteran la homogeneidad del grupo, ya que al estar la edad de éstas comprendida entre los 45 y los 70 años, no todas podrán realizar las actividades con la misma agilidad física, debiendo adaptar dichas actividades, en las que se materializan las competencias que deben ser adquiridas, a la capacidad física de todas.
Podemos deducir entonces, otra de las competencias profesionales que debe adquirir el educador social, el ser capaz de ser flexible y abierto para adaptar su currículum a las características de sus educandos, relaborando lo ya planificado en el caso de que sea necesario para que los educandos puedan alcanzar los objetivos prefijados con mayor facilidad.
En una acción socioeducativa orientada a la prevención del alcoholismo, desarrollada en un centro de educación secundaria,  podemos hacer uso de los recursos del método cognitivistas, que se centran en el desarrollo de procesos mentales con el fin de aportar soluciones a problemas con estrategias para situaciones concretas. Así, el educador podrá construir el contenido en base a lo que los educandos aporten a través de las preguntas que él lance en el aula, de esta forma serán los propios educandos los que se conciencien unos a otros, al invitarlos el educador, a contar experiencias propias o de conocidos sobre lo efectos negativos del alcohol, convirtiéndose los educandos en los propios formadores del proceso de enseñanza-aprendizaje, actuando el educador como un guía en el desarrollo de los procesos mentales de los educandos, transformados en esta acción educativa, en respuestas relacionadas con las consecuencias negativas del alcohol.    
Tras citar los modelos que yo emplearía en la acción socioeducativo y tras aplicarlos a una tarea concreta dentro de nuestro campo de acción (prevención del alcoholismo en menores, individuos autistas o hiperactivos), debo citar la importancia del modelo socio-crítico en la formación del educador social, al deber éste, ser capaz de ofrecer una opinión fundamentada y poseer una actitud crítica a la hora de detectar las necesidades que deben ser tratadas con prioridad en la realidad social; siendo éste, por tanto uno de los modelos, que junto al humanista, caracteriza la enseñanza de Almudena, la cual resalta constantemente la importancia de ser críticos y nos recuerda que no hay verdades absolutas, sino opiniones bien o mal fundamentadas.
Además, para profundizar en este modelo, tuvimos la oportunidad de  asistir a la conferencia que Jimeno sacristán, uno de los precursores españoles del modelo socio-crítico, ofreció en nuestra universidad.
En ella, siguiendo la actitud crítica que le caracteriza, mostró su desilusión por la realidad socioeducativa existente y afirmó que nos encontramos en un momento político y educativo trascendental, en el que peligra la educación pública, la cual permite a todos recibir una sólida formación académica.
En definitiva, la reflexión que he extraido de su mensaje, se sintetiza en una sola frase: es necesario sacrificar el bien propio por el bienestar colectivo, para que todos sin ninguna acepción de clase, de raza o de sexo podamos disfrutar del derecho a la educación,  pero la cuestión es si todos estamos dispuestos a hacerlo y a luchar por ello.

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